viernes, 20 de noviembre de 2009

Compromiso de todos, para todos

Opinión

Por: Andrés Velásquez.

Partamos de la idea de que la lucha por la Colombia que queremos debe darse desde el respeto por la dignidad humana y la normatividad vigente, en un marco de diálogo incluyente, de apertura y tolerancia ante las diferencias y de aprovechamiento máximo del disenso. Esto es, con verdadera democracia. Sólo caminando en ese sendero es posible la construcción de la cultura de paz que reclama Colombia; sólo así es posible el verdadero progreso.

Es por ello que la candidatura de Sergio Fajardo se antoja refrescante en una Colombia polarizada en torno a la simpatía o antipatía con el actual presidente, en una Colombia donde pensar distinto implica colgarse al cuello el cartel de enemigo malintencionado, o cuando menos, el de idiota. Estamos entregados a una guerra de epítetos y egos, más que a la sana discusión de las ideas para afrontar nuestros más grandes retos, como si éstos no tuviesen ya suficiente entidad.

Es en este escenario que se nos presenta una nueva visión de país, una opción legítima de centro (reiteramos, ni uribista ni antiuribista, no nos definimos en función de nadie), en la que la llegada del equipo de Fajardo al gobierno nacional sólo implica un primer paso en la transformación profunda de las costumbres políticas del país.

Y es que dicha transformación no es tarea para un solo hombre, o un pequeño grupo de personas, no es una meta para un cuatrienio o dos; es una obra de esfuerzos comunes y de largo aliento, a ser desarrollada por la sociedad colombiana en conjunto. Lejos de caudillismos, de los dañinos liderazgos mesiánicos, que tan de moda están en nuestra querida Latinoamérica, Compromiso Ciudadano por Colombia, Movimiento encabezado por Fajardo, nos recuerda que el poder para el cambio que tanto anhelamos, está en nuestras manos. Todos los ciudadanos debemos asumir nuestra responsabilidad en la construcción de la Colombia que deseamos.

Es hora de acercarnos sin miedo a la política, a la que la mayoría, sin pensarlo demasiado, hemos hecho el quite. La hora de apreciar reflexivamente las ventajas que pueden resultar del mejor uso del poder para beneficio común (la verdadera política).

Pasar del estadio de críticas y reclamos faltos de propuestas a una participación responsable y activa en política es vital para la reivindicación de los derechos ciudadanos. Este es el momento para que nuestra inconformidad frente al mal uso del poder se traduzca en permanente interés en el ejercicio político y en constancia en nuestro deber de vigilancia y control del cumplimiento de los cometidos Estatales.

Compromiso Ciudadano por Colombia nos ofrece hoy esta posibilidad. Es un Movimiento de ciudadanos de a pie, conformado en su mayoría por aquellos que, por cualquier razón, hasta el momento no habíamos hecho escuchar con fuerza nuestra voz en lo que a la administración pública se refiere, y que hoy vivimos responsablemente nuestras vidas al servicio de una causa, de un mejor país.

A través del mismo apelamos a la conciencia democrática, para llevar al poder al gobierno de los más preparados, en lugar del gobierno de aquellos con mayor influencia o la billetera más abultada; para llevar a cabo acciones concretas que privilegien el bienestar común y no sólo a unos pocos; para pasar de las palabras a los hechos.

Apelamos al deseo de cambio de los colombianos para hacer vida un proyecto basado en el respeto, la dignidad y la decencia; un proyecto con inteligencia y creatividad como herramientas, con confianza como capital político; un proyecto caracterizado por la honestidad, conocimiento, pasión y sensibilidad social de sus ejecutores; un proyecto avalado por una gestión impecable en Medellín (que algunos tratan inútilmente de empañar, asustados por la amenaza que supone un grupo que demuestre que las cosas pueden hacerse de otra manera).

Apelamos a la sensatez para consolidar un programa que presenta propuestas desarrolladas con la gente, un plan incluyente, capaz de incorporar las buenas ideas de todos (la verdad absoluta no es patrimonio de nadie), jamás construido al azar, o según la conveniencia electoral; un programa que apuesta decididamente por la creación de oportunidades, la satisfacción de necesidades básicas (educación, salud, empleo), el respeto por los derechos humanos y el apoyo ciudadano a la fuerza pública como llaves para la paz, el gran anhelo nacional.

Tenemos buenas razones para creer que podemos construir el país que proyectamos. Es la clara ventaja que otorga, tras grandes esfuerzos, nuestra independencia: la libertad para el desarrollo de una política transparente, por el modo en que se ha gestionado esta campaña, apoyada en convicciones y distante de la dinámica clientelista.

¿Qué si es posible concebir el triunfo de una iniciativa política de estas características? ¿Qué si podemos empezar por llevar a Fajardo a la Casa de Nariño?

Son muchas las invitaciones a rendirnos. Son muchas las voces pesimistas que apuntan a la imbatibilidad de las grandes maquinarias, a que el pueblo desconoce alternativas, a la falta de antecedentes positivos en el tema. Nosotros pensamos, sin embargo, que son más las voces comprometidas con el cambio, y siguiendo el consejo del uruguayo Galeano, hemos empezado a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar.

Al gran Gandhi y sus seguidores también les tacharon de locos al conocerse su pretensión de liberar la India del imperio británico, ‘solamente’ armados de la fuerza del espíritu, sin empleo de violencia, desde el amor y la verdad (¡he aquí una verdadera revolución!) ¿Por qué no podríamos triunfar nosotros también?

Las dificultades son muros que separan a quienes están dispuestos a luchar por la realización de sus sueños de aquellos que no lo están. Nosotros no tememos a los retos, nos crecemos ante ellos. Tenemos el talento necesario para vencer, nuestros conflictos y caídas son aprovechados como oportunidades para mejorar, y eventualmente derribaremos los muros que nos separan de nuestro objetivo.

Los colombianos han empezado a creer con nosotros: hoy más de 700.000 firmas avalan el sueño que haremos realidad. Por demás, estoy convencido de que así sea en el fondo de su corazón, incuso nuestros más grandes detractores quieren creer en nuestras opciones. A todos los que creen honestamente en esta forma de hacer política, queda en firme la invitación a caminar con nosotros…

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