viernes, 20 de noviembre de 2009

Más que color superficial, su profunda locura



Crónica Cultural


Por: Leonardo Doria De Ávila



Cuando comencé a ver detenidamente las obras de Andy Warhol en el Museo de Arte del Banco de la República, hace ya dos meses, parecía que entraba a un mundo diferente lleno de mucho más color que el que estaba fuera: Bogotá. En ese momento pensaba, “esto es justo lo que yo haría en cualquier otra cosa que me tocara exponer al público: llamar la atención”. Sin embargo, mientras veía otras personas pasar muy rápido por las obras y leer sin detenerse a pensar, yo me hacía otras preguntas acerca del porqué de esas obras de artes; más que quedarme en lo meramente superficial, buscaba la profundidad del artista.

Antes de ir a la exposición de Warhol, había leído acerca su vida y me impresiona, otra vez, que una de las afirmaciones de Oscar Wilde esté en lo cierto: “La vida y el arte son inseparables”. Por poner un primer y sencillo ejemplo con Andy, una de las motivaciones para pintar las latas de sopas fue que su madre, en un momento de su vida, le tocó vender flores dentro esas latas para conseguir dinero.

Ahora bien, lo interesante de Andy Warhol además de que reproduzca su vida en su arte, lo genial de este artista no es sólo la manera en cómo lo hace (materiales), sino la visión que tiene acerca de su vida y el mundo. Es esto último lo fascinante: se declara a sí mismo un “gran consumista” y, a decir verdad, muchos los somos, pero él tiene algo distinto: es consciente de ello y sabe que todas sus acciones están adheridas a ese sistema capitalista que muchos han tratado de evadir, pero que al final no pueden; por ello, prefiere no gastar energías contra este sistema.
Andy es un hombre común y como todo hombre lo que busca en su vida es ser feliz y, además, ser perfecto, esa es su visión de felicidad en la vida y en el mundo: la perfección. ¿Acaso eso no es lo que todos buscamos, ser perfectos? Aquí viene para algunas personas lo chocante de este artista: la perfección, para él, radica en hacerle creer a los demás que uno es perfecto y debido a que los demás sólo pueden ver lo exterior y que, además, estamos en una era de “ver para creer”, la perfección está dada por la belleza externa, por lo meramente superficial. Es esta la razón de que cuando a este artista le preguntan qué sentido tiene su arte, él dice que es sólo decorativo; Warhol quiere hacer que la superficie de su arte, lo que los demás pueden ver sin pensar en lo profundo, sea perfecta y escandalosamente llamativa.

Cuando iba con una amiga viendo los primeros autorretratos de Warhol, le dije en chiste “pero ese man era narizón”. Luego, descubrí que efectivamente él también se había dado cuenta de mi comentario y que si su perfección estaba en lo exterior, debía cambiar ese defecto. Para sorpresa mía, en el siguiente autorretrato su nariz ya no era fea, ¡se la había operado! Y, además, comienza a pasar del polacolor a los colores más brillantes con tal de hacer su obra y su cara más bella, perfecta y llamativa. Entre otras cosas, para crear esta sensación con colores muy llamativos fueron importantes los artistas del Bauhaus como Gropius y Moholy-Nagy, mezcla de bellas artes y arte publicitario.

De alguna manera, el objetivo de la exposición de Andy es mostrar cómo ve él su vida y su país, sobretodo este último; debido a esto, personifica a E.U., le da vida y lo trata de convertir en un ser perfecto, poderoso y prestigioso, lo llama “Mr. América”. Pero, para hacerlo poderoso y bello tiene que mostrar sólo lo que los otros pueden ver y aplicarle el mismo concepto que él tiene de belleza (perfección) y no mostrar sus defectos profundos.

Por esta razón, uno puede ver alrededor de sus obras la historia de su país o, más bien, lo que a uno le muestran por encima (superficialmente) de lo que ha pasado en E.U.: Tío Sam; la silla eléctrica, esto lo hace debido a que unas de sus influencias, Julius y Rossenberg, son condenados a morir de esa manera (aquí se muestra cómo su vida y su visión influyen en su arte); Marilyn Monroe, el mismo Andy dice que la pinta por el simple hecho de ser una persona bella, es una visión particularmente Warholiana, si se me permite la expresión, ya que más que en lo que ella hace y representa en el país, Andy se fija es en su físico, en lo meramente superficial; el dólar, que, entre otras cosas, están en cruz, lo que significa que Warhol veía el dinero como una religión, y eso que es sólo papel e imagen (superficialidad); la Coca-Cola, lo que me pareció fascinante de la importancia que se le da a esta bebida no fue la obra en donde se muestran las diferentes botellas, fue la manera en cómo es mostrada la Coca-Cola como otra forma de religión al pintar una gran cruz roja sobre un fondo totalmente negro, los mismos colores de la superficialidad de la botella de Coca-Cola cuando está llena; Estatua de la libertad; racismo, esto lo muestra en su obra “Motín racial” en donde nos dice, a mi forma de ver, que hasta los perros desconfiaban de los extranjeros, esto tiene que ver con los insultos que su familia tuvo que aguantar cuando estaban recién llegados (otra vez su vida influye en el arte).

Mientras pensaba en qué era lo que quería decir Warhol con sus obras y reflexionar cada una, las demás personas miraban rápidamente fascinadas por los colores y yo decía “esas personas no aprecian esto de verdad”; sin embargo, de la nada, a lo último de la exposición alguien me da una patada a mis espaldas: “No hay nada detrás”, es el mismo artista quien me dice que soy yo el que está equivocado.

De eso se trata el pensamiento de Warhol, más que el que sea pop-art y haya elevado o sublevado, como lo quieran tomar, el arte a la calle y a lo popular, lo que me interesó fue su manera poco común de mirar el mundo: no preocuparse por la profundidad, sino por lo meramente superficial, por lo que la gente quiere y puede ver. Por esta razón es que Andy demerita el hecho de que el hombre haya ido a la luna y lo que le parece más importante es que los astronautas hayan llegado más viejos. Más que color, la locura de Andy Warhol es lo interesante y no locura como algo demeritorio, sino como una forma totalmente distinta de lo común de pensar y ver el mundo y su vida.

Sin embargo, Andy Warhol no se da cuenta que su arte es como el mar: uno puede estar fascinado viendo cómo su rostro se ve reflejado en él, pero siempre existe la curiosidad de ver el detalle y de apreciar lo superficial de manera asombrosa cada vez más cerca. Cuando se da cuenta, ya tiene toda su cabeza metida en lo profundo del mar y, en el caso de Warhola, en la profundidad de su vida (recordemos: “La vida y el arte son inseparables”). Incluso la superficie me dice algo de la profundidad, entonces, disfrutar de la superficie y de los colores es, de alguna manera, disfrutar de lo profundo, de lo “profundamente superficial”. Y eso fue de lo que yo disfruté.

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